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miércoles, 20 de julio de 2022

VAGABUNDO DIMENSIONAL

En esta ocasión nos encontrábamos serpenteando por un espeso bosque de abetos milenarios, tan caprichosamente dispuestos y apretados entre sí que nos obligaban a avanzar en fila india… tenía la extraña sensación de que nos hacían caminar justo por donde ellos querían. El búnker de la Orden del Crepúsculo de Plata, supuestamente, esperaba al final de aquella maraña interminable de árboles.

Aunque el día había amanecido fresco, a medida que nos habíamos ido adentrando en aquel bosque, el aire que respirábamos se había ido tornando cada vez más espeso y húmedo, dejando la inquietante sensación de que se te pegaba a la piel. A su vez, el silencio era sepulcral, solamente roto por el constante roce de las agujas de los abetos en nuestras ropas y por la vegetación en descomposición que íbamos pisando.

Miraba nervioso a todas partes, algo no encajaba y me olía mal. No se escuchaba ningún animal o insecto y una perturbadora tranquilidad se había adueñado de todo; el bosque parecía estar muerto, como conteniendo el aliento. Los gestos de mis compañeros, tensos y empapados de humedad, decían que no era el único que estaba preocupado. Algo nos acechaba desde hacía un buen puñado de minutos, pero éramos incapaces de saber qué.

Y de pronto sucedió. Escuché un grito ahogado a mi espalda y, cuando me giré, apenas tuve tiempo de verlo. Un horrendo ser aparecido de la nada, de enormes fauces hambrientas y rostro terroríficamente inexpresivo, había abrazado a Cahill. Nuestro compañero forcejeaba por soltarse, pero sus esfuerzos eran del todo inútiles porque la criatura apretó aún más su demoníaco abrazo, clavando sus garras en la mortal carne de Cahill.

No tuve tiempo de abrir fuego, cuando apunté, el monstruo se había desvanecido. Tal y como había llegado, silencioso y mortal, el Vagabundo se había marchado a otra dimensión con su presa…


Si aún tienes ganas de más, puedes ir a: Relatos cthuleros

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