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jueves, 25 de abril de 2019

EL AZOGUE - MAREA

TÍTULO: El Azogue
AUTOR: Marea
AÑO: 2019
ESTILO: Rock duro
SELLO: El Dromedario Records

"Seré un trozo de luna podrido y resiliente, el dueño silencioso de una lengua candente. Seré el cuerpo presente que se metió el futuro en el calzón".


Ocho años hemos tenido que esperar a que subiera la Marea y que volviera a remojarnos los pies con su rock de barrio, sus versos de contenedor, su poesía de bragueta y revolcón, de mala baba y de raíces auténticas, con ese puntito de romanticismo agreste y salvaje. Echábamos de menos al Kutxi, por mucho que pudiéramos degustarlo a cuentagotas en algunas colaboraciones, porque echábamos de menos su voz cazallera acompañando el vuelo del Kolibrí por su mástil, la energía al bajo del Piñas, la batería de Alén y la guitarra de César. Demasiado tiempo aguardando a que la Marea decidiera volver a arrasar con todo, pero finalmente ha llegado "El Azogue" y puedo afirmar que la espera ha valido la pena.

Los de Berriozar regresan con un disco que el mismo Kutxi ha calificado de perfecto, el mejor disco de todos a nivel instrumental y lírico. No soy quién para llevarle la contraria al compadre Romero, así que cada uno juzgue "El Azogue" cuando pueda disfrutarlo. Seguramente le lloverán críticas, como le cayeron en su día a Extremoduro o al propio Robe, porque los más puristas hubiesen preferido un trabajo que recordara a "Besos de perro", pero el inmovilismo nunca ha sido una buena opción vital.


Que una cosa es ser fiel a la esencia, no perder de vista los orígenes, recordar de dónde mamaste y otra, muy diferente, es no querer evolucionar, crecer, aprender y, aunque a algunos nos cueste más que a otros, madurar. Que los Marea ya no tienen 20 años, más bien han cumplido 20 años y su sonido sigue siendo el mismo, pero con algo más de poso, con menos ansiedad, con la misma mala leche canalizada de otro modo y con la perspectiva que te dan las canas. Eso le sucedió a Extremoduro cuando presentó "Material defectuoso", sucedió cuando Robe decidió darse un paseo en solitario y sucede ahora con "El Azogue" y habrá quien considere que se han reblandecido, renunciando a sus orígenes. A ellos les digo que disfruté mucho de la raigambre del Kutxi y que aprecio mogollón lo que le aletea al Robe, así que me gusta cómo suena lo nuevo de Marea.

Marea sigue siendo uno de los mejores y mayores exponentes del rock duro nacional, eso es innegable. Y como saben de dónde vienen, siguen haciendo guiños al Carabanchel del legendario Rosendo y su Leño o a la Plasencia del gran Robe, y saben agradecer el camino que abrieron otros antes, derribando barricadas sin tregua gracias a un tal Enrique Villarreal. Las letras del Kutxi siguen destilando esa poesía envejecida en barricas de ron añejo que un pirata logró como botín en algún abordaje y los dedos del Kolibrí siguen revoloteando con maestría. Que sí, que puede que el grupo haya perdido cierta velocidad punta y cierta contundencia en algunos temas del disco, pero "El Azogue" rezuma Berriozar por los cuatro costados.


Y es que el Kutxi es mucho Kutxi y su lírica inconfundible (en este disco quizá algo menos enrevesada), combinada con su voz de quejíos de madrugada, hacen de él un tipo único en nuestro rock. Y si algo tenía claro es que, cuando Marea decidiera volver, lo haría con dos cojones y con un buen trabajo bajo el brazo. Tal vez en una primera escucha pueda parecer que el disco es continuista, poco arriesgado e incluso plano, pero a medida que uno se lo hace suyo, que empieza a hacerse familiar y a filtrar sus melodías, "El Azogue" comienza a ofrecer todo lo que guarda en cuanto a letras, ritmos, sonido y honestidad.

El disco contiene 10 canciones entre las que hay de todo, desde temas que saben a la Marea más auténtica, algún tema lento y emotivo donde el Kutxi luce su voz y su tinta, otro en el que es el Piñas quien coge el micro, algún medio tiempo, buenos riffs... al final, como decía, todo conserva intacto el ADN de los de Berriozar. Si tuviera que elegir, me quedaría con "Jindama", "Un hierro sin domar", "Ocho mares" y "Muchas lanzas".

Os dejo con el vídeo "En las encías", su primer single, en el que nos encontraremos con un cameo muy especial:


Y que siga subiendo la Marea...

VALORACIÓN: 8/10

viernes, 5 de abril de 2019

BERÉZINA - FRÉDERIC RICHAUD & IVÁN GIL

TÍTULO: Berézina Integral
AUTOR: Fréderic Richaud & Iván Gil
EDITORIAL: Ponent Mon
AÑO: 2018
GÉNERO: Cómic

"Septiembre de 1812. Napoléon y su Grande Armée entran en Moscú sin encontrar resistencia alguna. Y con razón, pues la ciudad está vacía. ¿Dónde están sus habitantes?, ¿y los víveres? Esa misma noche arde el barrio chino. El incendio devora rápidamente las casas de madera. No se puede lucha contra él, las bocas de incendio han desaparecido. ¡Es una trampa!"

Berézina. Para algunos seguramente será un nombre completamente desconocido. Otros tal vez sepan que se trata de un río de Bielorrusia, un afluente del más famoso Dniéper. Lo que muchos no sabrán es que el Berézina ha sido testimonio de dos grandes batallas: la primera, en plena Guerra del Norte (1708-1709), entre los rusos del poderoso Pedro I el Grande y los suecos del gran Carolus Rex; la segunda, durante la campaña rusa de Napoleón, ya en el contexto de las Guerras Napoleónicas (1810-1815).

El cómic de Fréderic Richaud e Iván Gil dedica cerca de 200 páginas a una parte de la campaña de Napoleón en Rusia. Concretamente, resume los acontecimientos más determinantes que tuvieron lugar en suelo ruso: la llegada a Moscú y el posterior y dramático avance francés hasta el río Niemen en busca de la salvación. "Berézina" es la crónica de la retirada y consiguiente derrota de la Grande Armée a manos, principalmente, del comandante en jefe del ejército ruso, Mikhail Kutuzov.


Se trata de una novela gráfica que recoge todas las miserias y fracasos de Napoleón y sus sueños de grandeza, en los que arrastró y hundió a un buen puñado de franceses. Lejos de la épica y de los grandes cuadros pintados en la época para enfatizar la colosal figura de Bonaparte, el trabajo de Richaud y Gil destapa las vergüenzas de una campaña sin sentido en la que los rusos, conocedores de su geografía y de su clima, atraparon a los franceses entre el hielo y la nieve. Lo que no mataron los rusos, se lo llevó por delante el invierno y sus temperaturas extremas.

"Berézina" está basado en la novela "Nevaba" del francés Patrick Rambaud, un reputado escritor de novela histórica que ha dedicado una exhaustiva trilogía a la caída del imperio de Napoleón. Lo curioso del caso es que el tándem Richaud-Gil ya adaptaron en su día el primero de los libros de la citada trilogía, "La Batalla", dedicado a la primera gran derrota de la Grande Armée, a manos del Imperio austriaco, al intentar cruzar el Danubio.


La obra de Fréderic Richaud e Iván Gil es espectacular y loable, por el tiempo invertido en documentarse como es debido para un cómic de esta envergadura, por su ejecución, por el ritmo de la historia, por todo lo que transmiten las viñetas y por acercar al gran público un episodio fundamental de la historia de Europa. El dibujo de Iván Gil realza y da vida a un guión ya de por sí muy elaborado, demostrando que tiene un talento innato para plasmar las cargas de caballería, los vastos paisajes que dan cabida al multitudinario ejército napoleónico, los detalles y colores de los diferentes uniformes, por no mencionar las espectaculares portadas. En definitiva, Gil captura a la perfección el abrumador paisaje y el drama humano que tuvo lugar en Rusia.

En "Berézina" asistiremos a la llegada, en septiembre de 1812, de las agotadas tropas de Napoleón al Moscú del Zar Alejandro I, encontrando una ciudad abandonada y casi desierta. Ese hecho confunde a los franceses, que no tienen muy claro qué paso dar a continuación. Las dudas se desvanecen cuando se inician los incendios provocados que arrasan buena parte de la hermosa ciudad del Kremlin y que empujan a los franceses asalir de Moscú e iniciar, así, su particular calvario por un infierno blanco que irá cavando tumbas a lo largo de un cementerio gélido e implacable. El resto del cómic es la crónica de la desesperación, de las penurias, de los uniformes raídos y destrozados, del azote constante de unos cosacos que no cesaron de hostigar al ejército francés, de la inmensidad de las estepas rusas, de la absurda pérdida de vidas humanas, de cadáveres de hombres y caballos congelados, de la supervivencia a temperaturas próximas a los 30 grados bajo cero y de cómo los delirios de grandeza y la ambición desmedida de Napoleón terminaron por esfumarse.


"Berézina" es un relato gráfico sobre el orgullo de Francia, sobre su Grande Armée, sobre el sueño de una Europa unida bajo un mismo mando y sobre la ambición de un hombre que quiso ir más allá de Alejandro Magno, convencido y seguro de su glorioso destino, y que no dudó en condenar a muerte a miles de soldados en una campaña abocada a la derrota de antemano. Napoleón no solamente subestimó al ejército ruso, sino que obvió por completo al que terminaría siendo su peor enemigo: la climatología. Lo que son las cosas, unos siglos después, el Führer cometería prácticamente el mismo error al pretender derrotar a los soviéticos y el frío invierno ruso volvería a suponer el inicio del declive y posterior derrota de un funesto personaje que pretendía adueñarse de toda Europa.

Aunque la figura de Napoleón y su sombra son casi omnipresentes, "Berézina" no se centra en él. Son varios los protagonistas que nos permiten asistir al horror desde casi todos los frentes. Tenemos a un veterano capitán de la guardia, D'Herbigny, y su acompañante Paulin (cuya relación me recuerda, de vez en cuando, a la de Don Quijote y Sancho Panza); también acompañaremos a un joven, Roque, con habilidad para las letras que terminará como secretario del emperador; tropezaremos con una compañía teatral de lo más variopinta y fuera de lugar; y además conoceremos a otros oficiales que, con mayor o menor acierto, tratarán de aconsejar a un Napoleón obcecado. Ese reparto posibilita ver las "comodidades" de la clase noble militar y compararlas con la miseria soportada por la soldadesca o por una retaguardia cada vez más disgregada.


El balance final de la odisea francesa en su huida hacia el oeste, es demoledor. Aunque las cifras siempre oscilan y nunca terminan de ponerse de acuerdo, tienden a situar al ejército de Napoleón en torno a los 600.000 soldados, sumando tropas polacas, alemanas, suizas, italianas o españolas, entre otras. Al concluir la terrible campaña rusa muy pocos fueron capaces de cruzar el Niemen y poner sus vidas a salvo y aunque salvaran el pellejo, el precio a pagar fue muy elevado en forma de lesiones, mutilaciones y demás sombríos recuerdos y marcas que dejó el crudo invierno y la hambruna... Para que os hagáis una idea, el recuento de bajas entre franceses (más aliados) y rusos supera holgadamente el medio millón de hombres.

Si os gusta la Historia, "Berézina" es vuestro cómic.

VALORACIÓN: 8/10