"CEBOLLAS CONTRA EL ASEDIO"
Vuelve a caer la noche en
Bastión de Tormentas, una más. Las olas rompen contra el acantilado, una y otra
vez, con insistencia infinita, en una lucha eterna del agua contra la piedra.
Desde los gruesos muros de
la fortaleza puede contemplarse la Bahía de los Naufragios, en realidad un
paisaje sobrecogedor, pero lo cierto es que Bastión de Tormentas ha resistido a
todas las terribles tempestades que han osado arremeter contra ella. Hasta hoy.
Ha transcurrido un año y
la situación es cada vez más compleja. Los víveres escasean y la ración diaria,
si la hay, apenas da para acallar los estómagos durante unas pocas horas… a
este paso gatos y perros tendrán que andarse con ojo. La gente enferma y el ánimo
de los soldados decae. Bastión de Tormentas está cansado, agoniza y si no ha
claudicado aún es sólo por la inquebrantable voluntad de su rey.
Stannis Baratheon, impertérrito,
observa desde la muralla el bloqueo que están llevando a cabo la flota de
Paxter Redwyne y los hombres de Mace Tyrell. Sitiado por tierra y mar, atrapado
y sin suministros, sabe que cada día que pasa es un empujoncito más hacia el trágico
final, pero sus apretadas mandíbulas son indicativas de que ese final será vendido
a un alto precio. Es un hombre testarudo y con una determinación de hierro,
pero con eso no se gana una guerra: “Ese bastardo malnacido de Mace y sus
malditos vasallos… ¿dónde estarán las tropas de mi hermano?”, se pregunta el
rey.
El sonido de unos pasos
acelerados interrumpe sus pensamientos. El Señor de las Tierras de la Tormenta entrecierra sus ojos mientras espera que el soldado recobre el aliento.
- ¿Qué sucede, soldado, a qué
viene tanta premura?
- Mi rey… alguien ha
conseguido romper el bloqueo.
- Repite eso, ¿qué ha
pasado?
- Señor, al parecer, un
barco ha logrado burlar la flota Redwyne esta misma noche y ha alcanzado uno de los túneles inferiores de la fortaleza.
- Alabados sean los dioses, ¡por fin ha llegado mi hermano!
- Perdón, mi rey, pero no
se trata de su hermano… ha llegado un barco negro de velas negras y no lucía
blasón alguno.
- Entonces… ¿quién demonios
es?
- Davos Seaworth, el capitán
de la Betha Negra… un… un contrabandista.
- ¿Un contrabandista? Curioso
salvador nos envía la Fe. Llévame con él, no hay tiempo que perder.
- Disculpad, mi rey, una
cosa más. El barco transporta un cargamento de pescado en salazón y cebollas.
- Cebollas… ardo en deseos
de conocer a ese tal Davos. ¡Vamos!
Genial! Muchas gracias por mandarnos tu relato sobre Stannis y la historia del Caballero de las Cebollas.
ResponderEliminarSaludos!