"EL EJÉRCITO DE TYRION"
El camino transcurría plácidamente flanqueado
a ambos lados por altos pinos, como soldados en perfecta formación. Era un
bosque interminable, tupido como una alfombra en la que los árboles peleaban
por cubrir cada pulgada de terreno.
Tyrion Lannister, el Mediohombre, contemplaba
distraído el monótono paisaje a lomos de su caballo, absorto en sus
pensamientos y gozando de un momento de paz. A pesar del frío, casi era capaz
de olvidar que tras él cabalgaban un buen número de hombres y mujeres pertenecientes
a los clanes de la montaña, hombres y mujeres que primero matarían y después
preguntarían.
Se giró un momento, echando la vista atrás, y
topó con la penetrante y fría mirada de Shagga, jefe de los Grajos de Piedra.
También pudo ver a la “encantadora” Chella, que comandaba a los Orejas Negras,
y cerca de ella cabalgaba Timett, el líder de los Hombres Quemados.
No sabía cuál de ellos le daba más miedo, si
el gigantón, la coleccionista de orejas o el tarado de un solo ojo. Después de
haber tenido el placer de conocerlos en las Montañas de la Luna, había tenido
que exprimir su inteligencia e ingenio para convencerlos y ganarse su apoyo.
- Mi padre se va a poner muy contento. Oh, sí, contento de veras, casi me
lo imagino dando saltitos de alegría - dijo Tyrion volviendo la vista al
frente.
- No creo que tu padre comparta tu visión - replicó Bronn.
- Su amado y añorado hijo acompañado de un lustroso y disciplinado ejército
de salvajes. ¿Qué te parece?
- Menos es nada - dijo el mercenario.
- Tienes razón. Aunque no sé hasta qué punto su lealtad resulte fiable,
por lo menos saben manejar el acero y son excelentes jinetes. Lo único que
espero es que no se despedacen entre ellos antes de llegar a las Tierras de los
Ríos, tienen tanta fuerza y tanta inteligencia como un toro - se resignó
Tyrion.
Bronn no dijo nada más, curiosamente no hizo
gala se su sarcástico sentido del humor y se sumió en el silencio. Tal vez estuviera
cansado, llevaban varias jornadas a caballo y el frío tampoco ayudaba a
levantar el ánimo. Quizá los dioses tuvieran ganas de divertirse o fuera puro
azar, pero por si el gélido clima no fuera suficiente, empezó a caer una fina
lluvia que amenazaba con arreciar. Tyrion maldijo contrariado.
- Sabes una cosa Bronn, tengo el culo dolorido. Echo de menos una cama
de verdad, una mujer fogosa y un buen trago de vino de El Rejo - dijo mientras
se cubría con la capucha.
- Pues espero que tu excelso padre haya pensado en eso y lleve consigo
unas cuantas putas y barriles de ese vino tan exquisito - por un momento le brillaron
los ojos.
- Ja, ja, seguro, ¡Lord Tywin es muy detallista! El Viejo León nos
recibirá entre vítores y con alfombra roja - sonrío Tyrion - Date por
satisfecho si podemos llevarnos al gaznate un pichel de cerveza desbravada y un
pedazo de carne seca.
La lluvia se tornó cada vez más molesta,
repiqueteando insistentemente sobre su capucha y su capa, empapando su espalda
y colándose por sus botas. Dios, cómo añoraba un baño caliente y un catre bien
mullido.
Gracias por participar Mano del Rey. Tyrion es uno de los mejores personajes de la saga!
ResponderEliminarSaludos!
De lo mejorcito que he leído desde el comentario de Indurain.
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