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viernes, 1 de marzo de 2013

CHAUGNAR FAUGN


Informe confidencial:

Un avión nos deja en la ladera del monte Kinabalu, en la Isla de Borneo, un entorno algo escarpado y boscoso. Según las indicaciones del profesor Armitage, una estatuilla del dios impío Chaugnar Faugn está en poder de los detestables Tcho-tcho.

Asaltamos el poblado. Recuperar la figura no resulta demasiado difícil, las armas de fuego hacen bien su trabajo y aquellos adoradores oponen poca resistencia. Muchos huyen al interior del bosque entre maldiciones y aullidos.

Regresamos al punto de encuentro y montamos el campamento. Solamente hay que esperar un par de noches a que regrese el avión de transporte y volver a casa con aquella blasfema estatuilla bajo el brazo. Observar esa demencial efigie con forma de elefante humanoide y con tentáculos saliendo de sus orejas, resulta inquietante. 

Normalidad y rutina; acotamos un perímetro de seguridad, encendemos una pequeña hoguera entre piedras para iluminarnos y calentarnos, cenamos a base de conservas y establecemos los turnos de guardia: Kubiak y Altmeyer hacen la primera ronda.

De madrugada, mi instinto me despierta, ya que Kubiak y Altmeyer no lo han hecho. Un denso silencio se ha apoderado de todo y eso no es normal en mitad del bosque... Mi mano busca el revólver bajo el saco de dormir y despierto, tapándole la boca, a Daigoro, que enseguida desenfunda su machete.

La hoguera humea apagada, es extraño. La luz de la Luna le da al campamento un aire fantasmagórico. Dos siluetas se recortan contra el suelo y el arcón en el que transportábamos la maldita figura está abierto. Daigoro y yo nos acercamos atentos a cualquier movimiento o ruido para comprobar que nuestros compañeros están muertos, más que muertos... están consumidos, como si les hubieran drenado la sangre. No hay rastro de la estatuilla, los demonios del bosque se la han llevado.

Honramos y damos sepultura a Kubiak y Altmeyer, apretando los dientes y preparándonos para regresar al poblado Tcho-tcho. Los abominables humanoides han recuperado el elefante... esta vez no habrá piedad, se lo arrebataremos todo.

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